domingo, 22 de febrero de 2009

La definición del éxito

En el editorial del International Herald Tribune del fin de semana del 21-22 de febrero de 2009 me ha llamado la atención un artículo titulado "Salvaging Afghanistan", "Salvando Afganistán". De este artículo lo que más me ha interesado es el texto siguiente: "In coming weeks, Obama will have to grapple with a series of very difficult questions starting with how he will define success in Afghanistan." Esto es, "en las próximas semanas, Obama tendrá que luchar con una serie de cuestiones muy difíciles empezando con la cuestión de cómo definir el éxito en Afganistán". En este editorial se hace una rápida enumeración de los problemas con que se enfrentará la administración de Obama. Voy a enumerar rápidamente los nudos afganos del momento:
1. Deberá el presidente apoyar al gobierno central en Kabul (Hamid Karzai) o cultivar a los líderes locales. Durante su campaña Obama dijo que estaba abierto a hablar con algunos guerrilleros afganos, los que pueden considerarse talibanes moderados. El editorialista se muestra escéptico ante esta situación.
2. El equipo de Obama tiene que producir rápidamente un plan para expandir y entrenar al ejército afgano que acabe sustituyendo a las fuerzas de la OTAN, haciendo lo propio con la policía así como también controlar una industria de setecientos millones de dólares procedente del opio que sirve para financiar a los talibanes.
3. Tendrá que ver cómo convence a los aliados de la OTAN para enviar más tropas -con órdenes de luchar- y más dinero. Y esto nos incumbe directamente a nosotros. Debe observarse que la popularidad de Obama en Europa se verá afectada cuando tenga que hacer tomar a los líderes europeos decisiones bélicas duras.
4. El desafío más importante será ver cómo persuade a Pakistán de que la lucha contra el extremismo no es a favor de los americanos sino que es esencial para la supervivencia del propio Pakistán. Hay que tener en cuenta que Pakistán es una potencia nuclear que enfrenta problemas aterradores: inestabilidad política y económica, extremismo casero que está encantados con el ISI (los servicios de inteligencia pakistaníes y con moverse en una región fronteriza que les sirve a los talibanes para campar a sus anchas) y el no olvidado problema de Cachemira.
5. Una decisión excelente es la de reunir en la Casa Blanca a altos oficiales del gobierno pakistaní y afgano, comprometiendo también en estas conversaciones a Arabia Saudí, Irán y la India.
6. Obama viene a Europa la primera semana de abril para la cumbre de la OTAN y ha dicho a sus ayudantes que elaboren antes de esta fecha una estrategia para Pakistán y Afganistán. Dado lo deprisa que se entán descomponiendo las cosas en Afganistán (los talibanes han entrado ya en las zonas próximas a Kabul), los ayudantes de Obama tendrán que correr aún más de lo previsto.
Creo que este breve resumen dará a los lectores del blog una idea de la importancia de nuestro tema, a saber: la definición de el éxito que implícitamente debe preceder a todas las políticas y estrategias que se adopten en los asuntos anteriores. ¿Será esto suficiente con sólo reunir a estos altos cargos en Washington o habrá que sumar cualquiera de los precedentes cinco puntos? ¿Se consideraría exitosa sólo una solución que resolviera los seis problemas precedentes todos a la vez? ¿Nos sabrá a poco un éxito parcial? ¿Tenemos nosotros algo más en la vida que éxitos parciales: una matrícula de honor, un premio en un concurso de cuentos, un éxito amoroso profundo? Me permito termina esta entrada con un importantísimo texto de Rilke que dice así: "¿Quién habla de victorias? Estar un poco por encima es todo." La palabra alemana es überstehn.

domingo, 15 de febrero de 2009

Blanco sobre negro

Uno de mis lectores me dice que leer un texto blanco sobre un fondo negro es muy cansado para la vista. Debo reconocer que para mi propia vista es también muy cansado. Y tengo que reconocer que elegí esta combinación de colores y este formato por consejo de un joven amigo a quien le parecía muy elegante. Y tiene razón. Mi blog es súper elegante pero cansa la vista a los setenta.

Obama y el fumar a escondidas

¿Podemos fiarnos de un hombre que fuma a escondidas? me pregunta uno de mis lectores. Fumar es un hábito que todos los fumadores deseamos dejar, pero que cuesta mucho trabajo. Yo, por ejemplo, fumo menos cuando, como en Barcelona, las restricciones a los fumadores son muy estrictas. O cuando estoy con alguien cuya salud perjudico fumando. O cuando molesto a alguien. Dejé de fumar tres años y medio porque trabajaba con un amigo deportista que no fuma. Procuro no fumar en su presencia, fumo cuando se va. ¿Estoy siendo un impostor al hacer esto o simplemente estoy respetando a mi amigo? Yo creo que estoy respetando a mi amigo. Obama deja de fumar en público no porque se avergüence de fumar sino porque en Estados Unidos molestaría a mucha gente. Deja de fumar en público por respeto a toda la gente que no fuma. El texto célebre aquí es de Hegel: "La hipocresía es el tributo que el vicio rinde a la virtud". Este texto debería ser precisado. Naturalmente que en público tenemos que restringir nuestras ocurrencias íntimas: no es un impostor el que no se manifiesta tal y como desaría siempre, es sencillamente un hombre respetuoso con los demás. Yo mismo, que he sido no-convencional durante setenta años de mi vida, respeto, sin embargo, muchas convenciones que me parecen respetables. No soy un impostor, soy respetuoso. A mí me parece que lo mismo puede decirse de Obama.

Lo infantil

Leo el Herald Tribune -que me parece una publicación honrada y con sincera voluntad de verdad- temeroso de leer críticas de Obama. Esto es infantil. Diré entonces, temeroso de que me hagan ver que Obama se equivoca, o que se equivoca gravemente ¿es esto también infantil? A diferencia de la niñez o de la inocencia, el "infantilismo" es un defecto de la edad madura o, en mi caso, de la vejez: un deseo de que los encantamientos no se disuelvam nunca y que la realidad se ajuste a nuestros deseos. Lo que es gracioso en un niño es perverso en un hombre de mi edad: no puedo, sin embargo, evitar un temor a que las ilusiones despertadas en mí y en millones de personas con ocasión de la llegada de Obama a la Presidencia, se vean defraudadas. Confesar lo infanil de este temor ayuda a superarlo y a examinar rigurosamente los logros de esta importantísima Presidencia mundial.

sábado, 7 de febrero de 2009

Dinero y talento

Una de las frases de Wallace Stevens que yo he citado más veces en mi vida es ésta: "Money is a kind of poetry". Estoy seguro que WS, que fue presidente de una importante compañía de seguros en Estados Unidos y a la vez un inmenso poeta contemporáneo, quería decir que el dinero es un sistema simbólico que tiene tanta capacidad de producir realidad e irrealidad a la vez como el otro gran sistema simbólico a disposicón del hombre que es el lenguaje. El dinero es posibilidad y poder en un sentido análogo al sentido en que decimos que el lenguaje es posibilidad y poder.
Pero el dinero es también dinero de bolsillo, el dinero de la compra, la semanada de los estudiantes catalanes, los adelantos de los editores a las novelas... Recuerdo los primeros dineros que yo gané de Alférez de Complemento en Melilla. Y recuerdo también los primeros sueldos como profesor de literatura y filosofía en colegios de segunda enseñanza en Madrid. Lo que recuerdo, en concreto, es la satisfacción autoafirmativa de ganar algo de dinero. Este dinero que yo ganaba entonces, con 23 y 24 años, era un dinero sin poso, los dineros del sacristán, que volando vienen y volando se van. Experimenté también esta sensación de autorrealización trabajando como cleaner y telefonista en la City de Londres, era una emoción autárquica: recordemos a Machado "Con mi dinero pago/ la casa donde habito/ y el lecho donde yago". En función de esta vivencia poética del ganarse la vida, del ganarse un sueldo, siempre me ha gustado pagar lo mejor que puedo a la gente que trabaja conmigo. Y también dar propinas. Las propinas son pour boire. Es muy posible que yo me haya quedado en esta concepción lúdica del dinero pour boire, que es como quedarse en la sexualidad infantil, en los besos, en las caricias, sin pasar a mayores. Por otra parte, yo he nacido en una familia de gente de dinero -se hablaba de dinero en la mesa- y he tenido simpre una relación de familiariadad con el Gran Dinero que, por cierto, nunca he ganado.
He tenido siempre simpatía a la gente de dinero cuando son, como en mi familia, emprendedores y no meros gastadores. Recientemente mi colega de la Real Academia Española Darío Villanueva ha propuesto introducir una nueva y hermosa palabra castellana para designar la acción de los emprendedores económicos y empresariales: esta palabra es "emprendimiento", que procede del verbo emprender. Emprendimiento es un término que debe reservarse para los empresarios que, a todos los niveles, emprenden tareas de enriquecimiento económico. Uno emprende el Camino de Santiago pero a esos emprendedores les llamamos peregrinos. Emprendimiento debe reservarse para las gestas comerciales y financieras.
Soy consicente de estar haciendo un elogio del dinero, del ganar dinero, del ganarse la vida. Estoy haciendo un elogio del comerico. No puedo menos de referirme aquí a un maravilloso chiste de mi colega de la RAE Antonio Mingote en su "Historia de la gente": "Los fenicios extendieron la civilización y cubrieron gastos". Esto es verdaderamnete cómico y a la vez verdaderamnete verdadero. Verdaderamnete alegre. El dinero es alegre. Salud y pesetas se decía antaño. Y los argentinos inventaron la expresión -turbulenta donde las haya- de "botar la plata". Botar la plata no es gasturrear (frecuentativo neológico de gastar, igual que se dice canturrear, gasturrear), botar la plata es la magnificencia del magnífico aristotélico. Debemos asociar el uso del dinero con el concepto aristotélico de la magnificencia y el magnífico y también con el concepto aristotélico-cristiano de la magnanimidad, traducción de la grandeza de ánimo, de la megalopsiquía griega.
Todo lo anterior es una simple footnote, nota a pie de página a las fascinantes decisiones políticas que está tomando nuestro Presidente Barack Hussein Obama. En la viñeta de Toles antepuesta a este artículo (International Herald Tribune 7-8 de febrero de 2009), tenemos expresada con la concisión y la energía que sólo los grandes peridistas gráficos saben utilizar, la decisión legislativa de Obama de poner límites a los sueldos de los altos ejecutivos en cuyas compañías se ha inyectado dinero público. Debe examinarse esta viñeta y leerse este comentario mío en combinación con el artículo de Reed Hastings, chief executive of Netflix, titulado "Please raise my taxes" (en el mismo número del Herald Tribune). Reconoce Hastings que es un ejecutivo "very highly paid" y reconoce también que las diferencias salariales entre él mismo y sus iguales y el americano medio crea una gran cantidad de tensión. Y añade "President Obama should celebrate our success, rather than trying to shame us or cap our pay. But he should also take half of our huge earnings in taxes, instead of the current one-third." Aquí tenemos una combinación fascinante. Un alto ejecutivo que sugiere que la paga de los impuestos se controle mediante los impuestos y no mediante un artificial tope a sus ganancias. En la viñeta aparece un ejecutivo experto en demolición financiera que pregunta al Presidente Obama cómo va a retener el más grande talento de los más talentosos ejecutivos congelando sus sueldos. ¿No es éste un gran tema? Sólo los bloggers generosos de espíritu abierto entenderán este asunto. Dice Reed Hastings "Putting limits on the salaries at public companies, or trying to shame them into coming down, won't stop this costly competition for talent. Of course, it's galling when a chief executive fails and is still handsomely rewarded. But with the concept of "tax, not shame," a shocking $20 million severance package would generate $10 million for the government. That's a far better solution than what we have today, not least because it works with the market rather than against it."

Ni tengo más tiempo ni debo proseguir este complicado asunto porque los perspicaces bloggers que me lean no desearán, con seguridad, seguir eternamente leyéndome. Me he limitado aquí a exponer el estado de la cuestión. Una vez más President Obama ha puesto el dedo en la llaga.

Obama y Hacienda: ¿El primer gran error?

Este blog está inspirado por el patriotismo de la constitución. Ésta es una idea de Habermas que cada día me parece más profunda y adecuada a nuestro tiempo felizmente incrédulo. Invocar ahora el patrotismo de la constitución es pertinente porque en lo que sigue vamos a defender una política de gran severidad fiscal. Pagar impuestos no nos gusta a nadie pero pagar impuestos es el acto patriótico por excelencia. Todos los que escuchamos aquellas excelentes charlas televisadas de Josep Borrell cuando era Secretario de Estado de Hacienda aprendimos a pagar impuestos no sólo por deber -que es nuestro deber de ciudadanos-, sino a hacerlo con un cierto grado de satisfacción gruñona. Todos pagamos impuestos à contre coeur y consideramos que la evasión fiscal es un serio delito y además un escándalo porque pagar impuestos honestamente es dar un buen ejemplo. Cada cual paga lo que puede de acuerdo con un canon (odioso) y contribuye de esa manera a sostener el estado en el que ha elegido vivir. Pagar impuestos nos da derechos a todos a exigir a nuestros gobernantes la máxima honestidad y rigor en todos los asuntos.
Todo esto que es obvio viene a cuento ahora de lo que está empezando a considerarse el primer gran error de Obama. A saber: tres políticos estadounidenses de primera fila elegidos especialmente por Obama para formar parte de su Gabinete han tenido que presentar su dimisión por ligerezas a la hora de pagar sus impuestos. Obama se ha disculpado expresamente el martes pasado en todas las televisiones diciendo: "Cometí un error, me equivoqué y asumo la plena responsabilidad por ello". Antonio Caño, corresponsal de El País en Washington comenta escuetamente: "Hacía años que no se escuchaba algo así en el Despacho Oval". Hay pocas cosas que me gusten más que ver a un político de primera fila reconociendo públicamente un error.
Y ahora una nota personal sobre el pagar a Hacienda. Yo mismo acabo de pagar a Hacienda una importante cantidad. Los bloggeros curiosos tendrán que conformarse con esta sosa afirmación. E incluso mi bloggero mayor, Prometeo Memorioso, tendrán que conformarse con saber que la cantidad, que no pagué por error en 2006 (mi Premio Planeta), he tenido que pagarla en 2009 con una multa de 10.000 euros. Tanto entonces como ahora mi voluntad de pagar mis impuestos era clara y pura. Pero me informé mal y ahora me han jodido. El asunto es que yo he aceptado la justicia de la multa y la oportunidad de pagar a Hacienda lo que debo si relamente lo debo. También lo han hecho los políticos seleccionados por Obama . Pero en su caso ni siquiera un error o un olvido puede perdonarse. Un cargo público tiene que ser fiscalmente transparente. ¿Cometió Obama un error al seleccionarles? A mí me parece un error explicable por el que ha tenido que pedir excusas. Es hora ya pues de cerrar el asunto.