miércoles, 11 de marzo de 2009

Obama y "la democracia horizontal"

Me cuentan que los alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense entran batiendo tambores en las clases (e incluso arrancan una puerta) para persuadir a sus compañeros de que participen en una huelga contra el plan de Bolonia. Yo no entro a discutir ese plan, pero sí entro a discutir la oportunidad y la inteligencia de estas huelgas de universitarios. No parece "universitario" utilizar la coacción huelguística para interrumpir clases y llevar a los alumnos a las asambleas. Estos días se está produciendo esa coacción estéril y emocional. Parece que la huelga apropiada para un universitario sería incrementar el número de horas de estudio y la aplicada atención en las clases. Interrumpir las clases, a estas alturas de curso, en nombre de la así llamada "democracia horizontal", me parece un grave error de perspectiva. Da la impresión de que los huelguistas movilizan lo más perezoso de los estudiantes, lo más dejado, lo más juvenil en el mal sentido de la palabra. El presidente Barack Obama está insitiendo estos días en una reforma del sistema educativo estadounidense para que sea más competitivo, y dice: "Hay que premiar la `excelencia´". Está promoviendo un sistema de paga para los profesores basado en el mérito. "Ha llegado el tiempo de que seamos responsables", "Ha llegado el tiempo de esperar más de nuestros estudiantes". Pero a la vez, las escuelas locales y estatales deberían estar en condiciones de "sacar a los malos profesores de las clases". Y añade: "Yo rechazo un sistema en el que se premia el fracaso y protege a una persona de sus consecuencias. La apuesta educativa es demasiado alta para andarse con tonterías". La idea de una democracia horizontal y de un igualitarismo, frente al elogio de la excelencia y del esfuerzo inteligente, es una de las más terribles perversiones de la idea de universidad. Y me interesa añadir otro texto de Obama: "Lo que me interesa de una idea no es si es liberal o conservadora, sino saber si funciona efectivamente". Democracia de la excelencia frente a huelgas que fomentan la disposición, mansurrona en el fondo, de la inteligencia perezosa de los estudiantes.

7 comentarios:

  1. Pues ZP -o su equipo de pelotas- sigue insistiendo en que, como ambos son nacidos el 4 de agosto (podría parecer lo de nacido el 4 de julio, pero no; en este caso es agosto), son igualitos, igualitos. Ya quisiera yo que ZP fuera capaz de concebir una idea como esa, la de "Lo que me interesa de una idea no es si es liberal o conservadora, sino saber si funciona efectivamente", y después, que fuera capaz de hilvanarla seguidita y pronunciarla en el parlamento, que es donde debería expresar y debatir sus ideas. Pero lamentablemente aquí no tenemos esa valentía. Aquí uno se apunta a un partido como si fuese un equipo de fútbol, con la hinchada hasta la muerte. ¡Cómo me gustaría llegar a ver que este país se democratiza de verdad y es capaz de criticar a aquellos a los que votó, si lo hacen mal, y dejar de votarlos, para que vengan otros con nuevos aires... Y, si los nuevos vuelven a hacerlo mal, a la calle de nuevo. Solo de ese modo llegaremos a ser demócratas. Mientras llevemos el anagrama del partido grabado a fuego en la huella dactilar no podemos decir que somos una democracia. Pero merece la pena seguir intentándolo.

    Carmen López

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  2. Me parece bien el sistema meritocrático. pienso que el fracaso escolar también se debe a la falta de motivación entre otras cosas.
    Tampoco me entra en la cabeza el porqué del no hacer filosofía en E.S.O.
    Finalmente no puedo despedirme sin decir que el nivel de Inglés en E.s.O es muy muy mediocre y los alumnos se estancan en 2º de Bachiller dado al grado de exigencia que a pesar de no ser tampoco demasiado alto supone el una lógica mayor complicación para la que muchos no están preparados. Saludos.

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  3. "Yo rechazo un sistema en el que se premia el fracaso y protege a una persona de sus consecuencias. La apuesta educativa es demasiado alta para andarse con tonterías".

    No creo que sea una frase afortunada.

    Es verdad que un político ha de decir muchas frases, casi siempre por quedar bien, y aunque el señor Obama es un gran orador y ha adoptado el papel de hombre justo y bueno, esta frase exhala un elitismo maloliente. Que en el caso de la educación, en mi humilde opinión, es fatal. El nivel educativo se mide por los fracasos recuperados. La educación, respecto a la sociedad, ha de vivir como en un tiempo geológico. La educación debería tener una edad cercana a la de una placa tectónica, mientras las especies -políticas educativas ministeriales- se extinguen a su alrededor. Pero eso, por desgracia, desde casi el comienzo de la democracia, no existe en España. Ni la Logse ni la LRU ni la LOE ni Bolonia son otra cosa que campos de batalla legales, perdidos por el pueblo y sus defensores de ideas de izquierdas (pedagogos y ciudadanos), en favor de un elitismo donde la excelencia no se refleja en la sociedad, si es que vive en aulas y laboratorios.

    Más que puertas, tal vez los alumnos de Políticas están intentando abrir paréntesis. Ante una realidad rocosa. Aunque tal vez mejor sería que los alumnos díscolos dejasen a los alumnos-durmientes que quieren estudiar sin atender a lo que a su alrededor sucede, felices en un sueño de futuro (que será duro al despertar para la mayoría), y que los díscolos se vayan al jardín. A fumar petas rodeados por tanta Excelencia Académica.

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  4. Don Álvaro,

    Aprovecho esta entrada sobre la excelencia – que no me parece que tenga nada que ver con “elitismo” en el sentido peyorativo en el caso de los Obama – para responder a su agradable mensaje y también comentar otros temas que han ido surgiendo.

    Primero, yo no veo ningún fallo en su blog. Al contrario, me parece un generoso ejercicio de su parte, una búsqueda franca y honesta, una aventura intelectual, que usted comparte con amigos y lectores en un intento de comprender lo que parece ser un hilo de cordura en un mundo cada vez más caótico (el viejo refrán de todas las épocas). Y como he comentado muchas veces con Carmen López, las nuevas tecnologías y los mensajes electrónicos nos permiten un gran lujo, rescatar la tradición de la amistad por carta y misiva, con la consecuente reflexión ausente muchas veces de las relaciones “en vivo”, pero con el nuevo elemento de la inmediatez (relativa) y la posibilidad de buscar, comparar y compartir textos, periódicos y revistas instantaneamente. No iban a faltar, claro, los que usan la red para traficar estupideces, o peor; pero en las conversaciones con Carmen, ultimamente sobre las Fallas de Valencia, o sobre Cháves Nogales, que nos llevó a su tío José y sus maravillosos artículos, todos asequibles por el mero toque de una tecla, nos hemos dado cuenta de que este tipo de comunicación reune condiciones de las que no disfrutaba ni el más poderoso emperador del mundo. Y allí está, al alcance de cualquiera, como decía el extravagante Benjamin Franklin cuando abogó por el concepto de la biblioteca pública en Pennsylvania en el siglo XVIII.

    Segundo, estoy totalmente de acuerdo con usted respecto a Obama y su talento narrador. Escribe – y habla – con una combinación de dignidad y humildad siempre marcado por lo que usted llama “el esfuerzo inteligente”. En su esposa Michelle se nota el mismo talante. Representan una faceta de la cultura estadounidense que no se deja ver mucho. Hay millones de personas muy parecidas a ellos, nada mediocres, que no se meten ni en política, ni en cine, ni en televisión. Viven en el semi-anonimato, dedicadas a sus carreras y a sus familias, y de ellos depende lo positivo que se ha producido en USA desde la pos-guerra. El contraste con la familia Bush no podría ser más dramática. Bush pasó por Yale como “hijo provilegiado” y se permitió el lujo de volver allí, ya de presidente en 2001, para dar una conferencia en la ceremonia de la graduación en el mes de mayo, y se jactó – delante de centenares de familias que habían trabajado muy duro para asegurar a sus hijos una buena educación – del hecho de que no había estudiado ni apenas abierto un libro en su paso por la universidad, y sin embargo, volvía… de presidente. (Ilegítimo, podría añadir, pero ese es otro cuento). Michelle Obama, en una reciente visita al departamente de la educación en Washington no tuvo reparo en declarar con orgullo a los funcionarios: “Yo soy producto de su trabajo” refiriéndose al hecho de que ella, como hija de un obrero del Central de Agua de Chicago consiguió graduarse de Princeton y la Escuela de Derecho de Harvard con la base de su educación pública en las escuelas de Chicago, y el esfuerzo y la disciplina de su madre.

    Nunca me olvidaré de cuando mi amiga Carmen López se extrañó cuando yo empecé a despotricar contra Bill Clinton en el curso de la campaña de 2008. Porque, claro, le había defendido contra viento y marea durante todo el proceso Lewinsky. (Había que hacerlo porque era un montaje de la derecha, que no es decir que Clinton no se sirvió en bandeja de plata a esa conspiración). Pero lo que me ocurrió a mí, personalmente, y a muchos otros, cuando vimos lo que iban a ser la consecuencias del robo de la presidencia de Gore – que no hubiera sido posible si no fuera por los deslices de Clinton – es que me quedó muy claro que había que pensar a largo plazo, y anticipar los acontecimientos que iban a provocar cada acto. Y aquí volvemos al tema de la excelencia, y la diferencia entre Clinton y Obama. Clinton era un hombre tremendamente talentoso, pero con un fallo fundamental: vivía (y vive todavía) convencido de que el mundo daba vueltas a su alrededor. El legado que nos dejó fue Bush. Obama, a cambio, es otro tipo de animal. Procede del mismo ambiente academico privilegiado que Bush y Clinton, pero lo ha aplicado con ese “esfuerzo inteligente” al que usted refiere y con un tremendo y humilde respeto por los demás. Por eso, creo, la gente sin saber exactamente por qué, le respetan a él. Y estoy convencido de que su legado será otro, muy distinto, que el retorno a la mediocridad que representa la época de Bush.

    Vamos a ver lo que pasa. La derecha, incluso el impresentable de Rush Limbaugh, ya ha gastado todos los cartuchos “ideológicos” contra Obama sin conseguir que bajaran sus números. (La popularidad de Rush Limbaugh está por los suelos entre la populación en general, aunque la derecha estrambótica le apoye). Ayer mismo, Obama dio otra muestra de su capacidad en el encuentro sobre la economía. Y poco a poco, Michelle también va demostrando esa misma capacidad de comprensión y comunicación, sea con las familias militares, o, en un tema que me interesa mucho, asistiendo a una “cocina de sopa” para los “homeless” (los que no tengan casa) donde sólo sirven cosas frescas y naturales a los que acuden, abriendo otro frente de batalla contra la mediocridad: la “comida rápida” y procesada. Comida rápida y procesada, pensamiento rápido y procesado… allí hay otro tema.

    Y para alegrar un poco la fiesta le diré que es precisamente la cocina una de las cosas que más me gustan de España. La comida de lujo pero también la popular. ¡Vivan los garbanzos! Carmen López y yo no reímos no hace mucho, con un artículo de José Nogales, en el que ponía a parir a unos expertos que decían que el humilde garbanzo era la causa del mal en el “populacho”. ¡Ojalá podría despertarse a ver como nutricionistas y la propia Primera Dama de Estados Unidos elogian ahora al humilde garbanzo!

    Un saludo,

    Michael

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  5. ¿De verdad piensan que los estados unidos son un ejemplo de meritocracia? Que fuera el primer sitio donde se aplico, no quiere decir que en la atualidad se aplique una verdadera meritocracia.

    Un Saludo Sr.Alvaro

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  6. Y, usía, ¿no sería mejor volvieran a pupitre y cuadernillo "Rubio"?
    Pd: No hablemos de "meritocracia" en un país papanatero, por Dios!! Me da la risa...
    Saludos, señor Pombo!

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  7. De cualquier modo la aplicación del criterio meritocrático a la enseñanza se queda en nada si cuando el estudiante finaliza su etapa discente sale a la calle y se encuentra con infinidad de mercados "secuestrados" por amiguismos, redes de intereses, etc. En España poco resultado tendría. Este es un país donde buen parte de la actividad 'económica' (llamarla 'productiva' sería una exageración) nace del club de paddle, la cañita y el "soy amigo de mis amigos". A fin de cuentas el modelo de enseñanza no es sino reflejo de la sociedad que lo configura. De poco sirve aprender un oficio o profesión si lo verdaderamente importante es llevarse bien con los jefes de todo esto. Saludos.

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